Tuesday, January 22, 2019

Querer queriendo

(Carta original del martes 18 de enero de 2011)

Hay quien te quiere como significado de vida, sean los padres, sean los hijos, sea familia, sea amistad, sea pareja, sea quien sea. Creemos que es un grupo mínimo, la realidad dibuja que suelen ser un grupito mayoritario que de cuando en cuando nos sorprenden cuando nos lanzan revelaciones cargadas de afecto. En este grupo la palabra amor suele ser la constante porque más que incomodar por la grandeza que el hombre le asigna, suele ser el respaldo propicio para que la gente transmita su sentimiento en estado puro y verdadero.


Está el que te quiere por agradecimiento, porque ha sabido valorar lo que has sido capaz de hacer por aquella persona. Son los que reconocen a la callada que aquellos gestos mínimos de afecto que has ido depositando en aquella alma, han ido cosechando un sentimiento infinito de afecto que prefieren irlo transmitiendo gota a gota. Este grupo es el que valora tu existencia porque reconocen ante el mundo que día a día aportas algo nuevo a la vida, sin que nuevo signifique inventarse algo.

Encontrarás los que te quieren por respeto, porque a pesar de no conciliar punto de vista alguno, reconoce el criterio con el que has sabido generar los momentos más idóneos para compartir, aprender y enseñar. Un grupo difícil de hallar pero que existe y que encuentran en el respeto el medio acertado para mantener un afecto que suma y no resta.


Lastimosamente los hay quienes buscan tomar ventaja de ti y si aquello significa hacerte daño pues la victoria es doble. Son los que no te pueden dar una definición correcta de afecto o sentimiento, desconocen el alcance de cualquier gesto que podemos depositar en los otros y entienden que el daño que se ocasiona al otro es un aprendizaje no importa el tamaño de la cicatriz que quede en el corazón.

Finalmente y la gran mayoría, los que no te conocen y probablemente no quieran hacerlo. No porque les parezca que seas una mala persona, es que no encuentran nada interesante a simple vista aunque puedas ser la persona más atractiva del mundo, cuyo caso el interés será otro.


Si esto sucede de un sendero, el sendero de vuelta es muy parecido.

Están aquellos que amamos con locura, los que están e imaginamos que no pueden dejar de existir a pesar de la ley natural de vida. Son padres, hermanos, amigos, pareja, cercanos, aunque creemos que son muchísimos los que realmente tienen nuestro afecto sin límite son un puñado muy pequeño.

Hay aquel que queremos con un afecto inmenso, porque le agradecemos el aporte que ha significado su presencia en nuestras vidas. Suelen ser aquellos que nos sorprenden, porque cuando el mundo no quiere escuchar, ellos quieren hacerlo, cuando el mundo no quiere estar, ellos suelen estar y así gustan marcar diferencias para colmar nuestra alma de alegría.


Aparecen los que tienen puntos de vista diferentes al nuestro, aquellos que nos pueden despertar cierta envidia, pero que aun así sentimos un respeto inmenso porque han sabido respetar nuestros puntos de vista y expresan con acierto el suyo. Grupo que con el tiempo se reduce a cómo el mundo ha decidido ir rompiendo puentes.

Tristemente hay un grupo al que le hemos hecho daño de una u otra manera. Lo hacemos porque desconocemos el efecto de nuestros actos o porque en algún rincón del alma hay un sentimiento que nos empuja actuar así. Este grupo a pesar de nuestros actos aun espera que corrijamos pero es poco probable que lo hagamos porque sin entenderlo bien preferimos que las cosas sigan así.


De nuevo y finalmente hay un inmenso grupos de seres humanos que nos da igual conocer, a pesar de que pueden haber en él una persona del sexo opuesto que nos interese, pues preferimos seguir frecuentando los que anteriormente hemos comentado por aquella máxima que reza: Es mejor viejo conocido que nuevo por conocer.

Al final entre el querer y ser querido está el gran secreto de sorprender y sorprenderse cuando uno aparta los miedos y temores. Querer aunque involucra mucho del afecto es una de los mecanismos más idóneos y propicios para mantenerse vivo, se sufre sí, pero también se goza cuando alguien se atreve a romper un paradigma y nos hace saber que nos quiere más que la vida misma, o cuando nos atrevemos a dar un abrazo que hable más que mil palabras.


Ya el veinte once está en marcha así que no esperemos al año próximo para empezar actuar. Como dice uno cuando es colegial: Se les quiere que jode. Por lo demás mis deseos más amplios y sinceros de que vuestras vidas sigan iluminando las de aquellos que les estimamos y seguimos. Para todo lo demás: ¡Pura Vida!

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