(Carta original del lunes 31 de marzo de 2008)
A veces se está arriba, esa condición en la que todo nos sale bien, la gente nos ve con un brillo diferente, sumamos más sonrisas que malas caras, pareciera que recibimos un toque mágico y que no habrá nada que nos detenga… Desde el hogar, pasando por el trabajo, hasta los ratos que disfrutamos con los amigos, la pareja y demás conocidos, la vida nos sonríe, nos trata bien y hasta nos atrevemos a decir que el brillo del sol se debe a la energía positiva que irradiamos… ¡Envidiable!
A veces se está abajo, la oscuridad hace de las suyas, la gente tiende a alejarse, rara vez dejamos mostrar una sonrisa, porque las que mostramos por cortesía no cuentan, nadie las ve. No hay cariaquito morao ni alguna otra infusión que nos libre del trabajito que nos montaron. La casa, ¿Qué casa?; ¿Y acaso tenemos trabajo? ¿Quién dijo que era amigo mío? La vida nos muestra su peor cara, o como dicen por ahí su verdadero rostro, llegaríamos a jurar que todo lo malo que hay alrededor surge en nosotros… ¡Lamentable!
Y a veces nos encontramos en un limbo, difícil sumar victorias y derrotas, que es la típica circunstancia en la que hemos logrado con mucho esfuerzo ciertos logros, pero aún tenemos toda una montaña de labores pendientes, sea el trabajo, la casa, la gente. No sabrás donde apoyarte, tal vez los problemas estén en casa, o tal vez estén en el trabajo, definitivamente la búsqueda más allá de salir de esa situación es la de saber apoyarse, por eso dicen que en algo hay que comenzar… Es el típico momento que nos mostramos escépticos, será verdad que entre tanta mala suerte, puedo disfrutar de esto o será que mi buena suerte nunca será completa y por desgracia tendré siempre algo que ocultar, trabajar o tratar de olvidar…
Son 3 de las muchísimas situaciones de la vida… Rachas buenas y malas, o aquellos típicos momentos en que desconocemos cuán bien y cuán mal nos va. Estando arriba, estando abajo o simplemente estando siempre hay que tener el valor de reconocer los errores, las caídas, de saber darle el lugar a quien para bien nos ayuda, de saber reconocer nuestro esfuerzo y el de aquel que nos acompaña, de saber que a veces solo saldremos y lo haremos a paso de vencedores (Ninguna alusión a la revolución bolivariana).
El mejor deseo de salud, paz, alegría y éxito para todos vosotros, acompañados del más sentido abrazo y agradecimiento por vuestro tiempo y apoyo. Extiendo el agradecimiento para quienes dedican alguna palabra de vuelta. Me despido, hasta la próxima…
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